Durante el invierno, muchas organizaciones observan una disminución en la energía, el ánimo y la productividad de sus equipos. Las bajas temperaturas, la menor exposición a la luz natural y una tendencia a permanecer más tiempo sentados pueden intensificar el sedentarismo laboral, afectando directamente la salud física y mental de los colaboradores.
Para los encargados de bienestar, este es un momento clave para actuar: prevenir el sedentarismo en la oficina durante el invierno mejora la calidad de vida laboral, reduce el ausentismo, mejora el clima organizacional y fortalece el compromiso de los equipos.
Sedentarismo laboral en invierno: un desafío silencioso
El entorno de oficina ya promueve comportamientos sedentarios, pero en invierno estos se intensifican. Si no existe un Programa de Bienestar y directrices claras, las pausas activas se reducen, las caminatas al aire libre se evitan y muchas personas optan por trabajar más tiempo sin interrupciones físicas. El resultado es un aumento en dolores musculares, problemas posturales, fatiga mental y una disminución general del bienestar.
Estudios señalan que estar sentado por más de 6 horas al día de forma prolongada se asocia con mayores riesgos de enfermedades cardiovasculares, estrés, trastornos musculoesqueléticos y menor rendimiento cognitivo.
¿Por qué es importante intervenir desde la empresa? Las organizaciones que implementan estrategias activas contra el sedentarismo experimentan beneficios claros:
- Menor ausentismo y licencias médicas
- Mejora en el ánimo y productividad de los equipos
- Mayor percepción de cuidado y compromiso por parte de la empresa
- Prevención de enfermedades crónicas asociadas a la inactividad
Estrategias efectivas para fomentar el movimiento en la oficina
Pausas activas programas y guiadas:
Integrar sesiones breves de movilidad durante la jornada laboral (presenciales o virtuales) ayuda a reducir la tensión acumulada y mejora la concentración.
Espacios de movimiento dentro de la oficina:
Crear zonas o rincones donde los colaboradores puedan estirarse, moverse o realizar ejercicios de bajo impacto, aún en espacios pequeños.
Cultura que valore la actividad física breve:
Fomentar caminatas en la hora de almuerzo, proponer desafíos de pasos semanales entre equipos o premiar pequeños logros de movilidad.
Charlas o cápsulas educativas sobre ergonomía y bienestar:
Educar sobre los riesgos del sedentarismo y cómo mitigarlos con hábitos simples y sostenibles, incluso en escritorio.
Flexibilidad para el autocuidado:
Permitir breves pausas para tomar aire, moverse o desconectarse unos minutos también impacta en la salud emocional, muy afectada en los meses invernales.